Un equipo de investigadores de la Universidad de Córdoba ha descubierto la composición de un perfume romano con «olor a pachulí» de más de 2.000 años de antigüedad. Todo ello tras haber encontrado un pequeño ungüentario en Carmona (Sevilla). Esta noticia nos da una idea sobre cómo olían los romanos que habitaron esa zona del Guadalquivir, pero ¿sabemos a qué huele el gas natural que hay en el subsuelo del Valle del Guadalquivir? A nada.

El gas natural es una mezcla combustible de gases de hidrocarburos y en su forma pura es incolora, inodora y sin forma. Es decir, que además de no tener una forma física, tampoco tiene color ni olor. El metano que se encuentra en la cuenca del Guadalquivir, gas biogénico, se produce cuando unos microorganismos, llamados Archaea metanogénicas, remineralizan la materia orgánica en ambientes reductores.

Para poder detectarlo, los proveedores agregan intencionadamente el olor, es decir, olorizan el gas natural con diferentes compuestos químicos como una alerta olfativa y así es fácilmente detectable.

En España, nuestro sistema gasista nacional (ENAGAS), utiliza el TETRAHIDROTIOFENO (THT C4H8S) Sulfuro de tetrametileno / Tiolano inyectándolo en las posiciones de transporte, para que este olorizado cuando llegue a la cadena de distribución y cliente final.

El hallazgo en 2019 durante excavaciones arqueológicas del perfume del siglo I d.C, nos recuerda que el gas natural, otro valioso hallazgo de la zona del Guadalquivir en los años 50 del siglo XX, forma parte de la riqueza aprovechable de la región, que ya en su día vieron los romanos.

El perfume también es una anécdota útil para conocer la innovación alrededor de la extracción y uso del gas natural, como entre muchas otras, olorizarlo para hacerlo un gas identificable.