En la búsqueda de un futuro sostenible y respetuoso con el medio ambiente, la Unión Europea (UE) ha establecido un ambicioso objetivo: aumentar su consumo de energía renovable del 22% actual al 42,5% para el año 2030. Este acuerdo es de vital importancia, ya que no solo promueve la transición hacia fuentes de energía renovables, sino que también impulsa el desarrollo económico y la generación de empleo en el sector energético, aunque dicho acuerdo todavía ha de ser confirmado tanto por la Eurocámara como por el Consejo de la UE.
La transición hacia las energías renovables es una meta compartida por todas las compañías energéticas, así como por los gobiernos y ciudadanos comprometidos con la protección del medio ambiente. Estas energías, como la solar y el biogás, entre otras, son fuentes abundantes y sostenibles. Al aumentar su participación en el mix energético, disminuiremos nuestra huella de carbono.
Sin embargo, es importante reconocer que el camino hacia un futuro totalmente renovable no puede desatender las energías de backup y de transición. Un ejemplo de esto es el papel del gas natural. Su utilización puede ser más eficiente y actúa como una fuente de respaldo confiable y flexible para las fuentes de energía renovable intermitentes, como la solar y la eólica.
Las energías de backup, como el gas natural, son esenciales para garantizar un suministro energético constante y estable. Por todos es sabido que, en momentos de baja producción renovable, debido a la variabilidad climática o estacional, estas fuentes de respaldo entran en juego para cubrir la demanda energética y evitar interrupciones en el suministro. Por esto vemos en los titulares que, pese al impulso a las renovables, las importaciones de gas natural no han dejado de crecer. La disponibilidad del gas natural, sin duda, es especialmente relevante en el proceso de transición, donde aún estamos construyendo una infraestructura sólida y madura para aprovechar plenamente el potencial de las renovables.
Por otra parte, hemos de contemplar los beneficios de aprovechar recursos internos, en este caso los del subsuelo español, de donde extraemos gas natural, en términos de seguridad energética, de desarrollo de infraestructuras y crecimiento económico sostenible y, muy importante, de generación de empleo local.
Soluciones como la hibridación de fuentes (gas natural-fotovoltaica) pueden ayudar a acelerar la transición, la incentivan. También la integración de estas dos fuentes de energía permite asegurar la constancia de vertido a la red.
En definitiva, el gas natural obtenido del propio subsuelo español ha de verse como un aliado confiable, que respaldará el esfuerzo por acercarnos cada vez más a una matriz energética 100% renovable, tanto en nuestro país como en Europa.